lunes, 26 de mayo de 2014

EXPOSICIÓN 10 - EL SENTIDO DE LOS OTROS

Capítulos 1 y 2 - Marc Augé - El sentido de los Otros.

  
A forma de introducción, el autor suscita a la dificultad que tienen los antropólogos e investigadores en el papel de la etnología, en donde tratan de dar una mirada objetiva que se ve truncada frente a la posibilidad de una restricción del objeto observado de cara al observador.
También se refiere a la alteridad como la capacidad que debe tener el investigador de volverse parte del objeto investigado para entender por completo el objeto de su atención, no se puede conocer la Coca-Cola sin probar la Coca-Cola.
Ya teniendo en claro estos dos puntos, se hace entrever que para la labor del etnólogo las dificultades son cosa del diario vivir y se ha de tener la capacidad de saberlos sortear, pero también se esclarece que para hablar del otro habrá que recordar que cada uno de nosotros es tan otro como un desconocido.
Siempre se ha ejecutado la mirada europea sobre las demás culturas como la investigación, y eso fue lo que justificó la conquista y masacre de los nativos indígenas a manos de los europeos, con la justificación de “traer cultura, traer civilización, traer a Dios”, pero no se ha justificado que el indígena también era un observador mientras el europeo se convertía en el otro.
Esa dificultad de autorreconocerse como parte fuera de algo es la que ha marcado las investigaciones hasta el día de hoy, siempre se da por sentada solamente la mirada “civilizada”.
Marc Augé califica ese autorreconocimiento como la alteridad de la persona, la alteridad del observador y el observado, pone en juicio los valores de las “verdades” sin realimentación, puesto que se debe ser y hacer parte de la cultura para poderla investigar a fondo, sus “costumbres”, convicciones, tradiciones.
Esa alteridad es la que logra consolidar la identidad propia y la de los demás a mí alrededor, pero ella misma algunas veces me privará de ser lo que soy para convertirme en aquello que era desconocido o alejado de mí.
En ese sentido se desarrolla la segunda naturaleza del ser, puesto que el ser humano siempre se empapa de aquello que lo rodea y en ese sentido mientras investiga va adquiriendo características propias del otro. Así, el ser humano se define a través de aquello que es, pero también a través de lo que no es.
Pero la existencia de la segunda naturaleza no se daría si no a través de la alienación, cuya definición dentro del texto de Marc Augé se sitúa como el trueque de los valores que me definen por los valores de otras culturas y cómo mi personalidad y valores culturales se permean de aquello que atrae a la vista y rodea el ser como un ritual de reconocimiento a través de las demás culturas.


Y son esos valores individuales que me definen los que permiten que se consoliden las sociedades organizadas, dado que mi individualidad ayuda a construir la colectividad a mí alrededor, donde bajo ciertas reglas se convive “armónicamente” para consigo mismo y para con los demás individuos de mi sociedad.
Pero dentro de esa sociedad, como he señalado, existen reglas que algunas veces darán un sesgo sobre lo que puedo y no puedo hacer, o más bien sobre lo que debo y/o no debo hacer.
En ese sentido se da lugar a los conceptos de ambivalencia y ambigüedad, en los cuales se define sobre el sí mismo y el otro el concepto de la identidad, qué lugar se tiene, a qué lugar se pertenece y por qué razones estoy y debo estar en cierto lugar.
Pero el ser humano no es irremplazable y en palabras un poco “hippies” el ser humano no tiene un solo lugar sino que cambia respecto a sus experiencias y necesidades, como la necesidad de crecer, por lo tanto se busca ocupar otros espacios, otros lugares, otras convicciones.

Así, el hombre es tan otro como el hombre que por primera vez se ve en un espejo, encantado por el ser en esa pequeña caja en la que no se reconoce a sí mismo, convirtiéndose constantemente en lo que son los otros y dejando de ser él mismo.

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